Secuestro Express.

2da Parte.

Sucedió en una ciudad ficticia, en algún país artificial.
Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.


Mi amooor ¿Ya estás lista? ¡Vámonos!  Gritaba John, un tanto impaciente, mientras bajaba las escaleras internas que comunican los dos pisos del departamento, dirigiéndose hacia la puerta principal  -exclamó- Te espero afuera, voy calentando la motocicleta.  ¡Apúrate…!
 _Ya, ya estoy lista –gritó, Ana- saliendo de la habitación.

Vestía impecablemente para la ocasión. Chaqueta de piel negra, que compró  días antes,  para sorprender a John. Pantalón jeans color oscuro, que se ajustaba -muy bien-  al cuerpo,  exponiendo las curvas de su anatomía y destacando sus largas y educadas piernas. Botas de cuero y tacón negros, que hacían un juego perfecto con la chaqueta. El cabello suelto le caía cual cascada dorada por la espalda. Gafas para el sol ocultaban sus ojos.

John, sentado sobre la motocicleta, no pudo esconder la emoción que sintió al verla, sus ojos brillaron, como estrellas en el firmamento. Ana, lo había impresionado, como el día que la conoció (…)  dejo escapar un suspiro y delicadamente  le acercó la  mano al  rostro, subió las gafas y descubrió sus redondos ojos color miel, mirándola fijamente le dijo ¡estas hermosa…! Ana le mostró una sonrisa y lo beso. Se subió a la motocicleta y con sus brazos rodeo la cintura de John y diciendo:

             _Vámonos es hora de comenzar la aventura…
           
            Pasadas las cinco con cuarenta minutos de la mañana, estaban a tiempo para llegar al lugar acordado, donde se reunirían a las seis, para comenzar la travesía… La estación de servicio CFPA, en la frontera de este estado. Veintisiete kilómetros de distancia desde su residencia  -marcados, en el tacómetro de la motocicleta-  y cuando llegaron aun no eran las seis. En el lugar estaban catorce personas, siete motocicletas. Carlos, Ángel, David, Manuel, “Chuito”,  Melvin,  la Nena, Mariana, Nelyire, Aurys, Yuraima y otras…  para completar las catorce.  John y Ana, se acercaron saludando con los buenos días a todos.

            Maravillosas muestras de amistad, solidaridad y compañerismo…  besos,  abrazos, estrechones de manos, bromas y risas,  como si hubiesen sido días o meses desde que no se veían... Habían sido apenas horas -el día anterior- cuando  juntos ultimaron  detalles para esta salida….  John se retiro a equipar el combustible. Ana -junto a otras mujeres-  entró al establecimiento de la estación para comprar provisiones para desayunar y para el camino…

            Muchos otros llegaban, saludando con el característico sonido de sus motores en “V” y los escapes de sus motocicletas; colmaron el estacionamiento de la estación de servicio en minutos… las pocas personas que transitaban en sus coches y llegaban a equipar combustible a esa hora, miraban asombrados, sorprendidos, quizás con preocupación o quizás asustados; unos que otros jóvenes, miraban con agrado, como si quisieran ser parte de esa maravillosa aventura…

           
     Algunos fueron a equipar combustible, otros a comprar suministros…  en cuestión de minutos, ya estaban todas, Veintiocho motocicletas  iniciando la salida y el recorrido. Iván partió de líder, seguido por Jhonny, Ramón y el resto de la manada. –o parvada, podría decir, libres para surcar los cielos…- John, salió entre los últimos, su condición de nuevo integrante del círculo no le permitía salir entre los primeros.


           
            El plan es rodar doscientos cincuenta kilómetros, hasta la costa; las maravillosas playas nor-occidentales de este país artificial,  específicamente hacia el golfo triste...
           
            Un sol maravilloso -siete de la mañana-  saludaba, brillante con inigualable esplendor, la brisa fresca de la mañana, en  la cara, en los brazos, el cuerpo, presagiaban un excelente fin de semana. La marcha era lenta –para ir en motocicleta-  no excedía los ochenta kilómetros por hora,  con la intención de poder apreciar los paisajes y disfrutar del viaje. Las motocicletas ocupaban todo el ancho del canal de la autopista; los conductores de vehículos al verles acercarse, cedían el paso sin ningún contratiempo. John, se sentía extasiado… Iván, el líder del grupo de momentos reducía la marcha, permitiendo que lo adelantaran, se ubicaba al lado de John, y con las manos le hacía señas, preguntándole ¿cómo se sentía? John, levantaba el pulgar,  mostrando su satisfacción y alegría. (…)

            Diez y veinte minutos de la mañana, después de dos paradas para descansar y equipar combustible, estaban haciendo entrada por la calle principal de un pequeño pero muy agraciado pueblo, que tiene la bondad de servir de preámbulo para estas playas, donde habitan personas muy serviciales que conviven y sobreviven a diario con el llegar de cientos de turistas de diferentes regiones y lugares, de este país artificial y del mundo; en estas tierras bajo la inmensa e inagotable fuente de calor que es el sol.

            Se detuvieron en la plaza central del pueblo, a unas pocas cuadras de la entrada a las playas, que en realidad es un cayo, por el que se accede a través de un elevado puente.  El calor arreciaba.  John y Ana   -en realidad todos- se habían despojado de cascos y chaquetas mientras esperaban, a quienes fueron por agua, hielo, frutas, refrescos, comidas y licores, para retirarse a las playas…

            El día fue intenso, competencias, risas, tragos, bromas, caminatas, concursos, bailes, tambores, deportes y sobretodo sol, arena y mar.

            Pasadas las seis de la tarde, Ana no se sentía bien, al parecer el sol le había hecho daño, o quizás quería estar a solas con John. Se dirigieron a los líderes del círculo diciéndoles que cruzarían el elevado puente hasta el pueblo, para buscar una farmacia y una posada donde pasar la noche, pondrían a cargar los celulares y estarían al tanto de cualquier llamado -no fueron los únicos- otras parejas hicieron igual.

            Cruzaron el elevado puente y en cuestión de minutos estaban recorriendo las calles del pueblo, de posada en posada, sin encontrar en donde pasar la noche. Preguntaron a un señor mayor, que divisaron en la calle, por una posada y una farmacia.   El buen señor, muy amable les explico:
           
            _Ay mijo, conseguir posada a esta hora está un poco difícil, con ese festival de motorizados que hay en el pueblo, las posadas están full desde hace días, pero siga esta calle derecho hasta llegar a la esquina, luego cruza a la derecha dos cuadras hasta la calle Urbaneja, por ahí se va derechito hacia la izquierda, a mitad de calle, del lado izquierdo esta una casa de dos pisos, ahí alquilan habitaciones, pregunte a ver. Y para la farmacia, tiene que salir del pueblo, en la avenida principal, como si fuera al siguiente pueblo ahí está una grandota, que vende de todo, si la señorita se siente mal, cómprele suero y beba mucha agua mi hija, eso es el sol, que la hizo sentir mal… vayan busque primero la habitación y después vaya a la farmacia.

            _Gracias señor.  Fueron las palabras de John.
           
             Encendió la motocicleta. -que había apagado mientras el hombre le hablaba- Y se dirigieron a la dirección indicada por este, con suerte al llegar consiguieron arrendar una habitación, con el pequeño percance que esta casa no poseía estacionamiento para aparcar la motocicleta esa noche. Un pequeño problema, que tendría que resolver después.(...)

            Una vez en la habitación; una pequeña habitación pintada con un color claro -salmón podría decir- paredes y pisos limpios, aire acondicionado, una cama matrimonial -hecha totalmente de concreto-  encima un gran colchón, que a leguas se veía cómodo, sabanas que se notaba y despedían aroma a estar limpias, un pequeño televisor en base aérea, al lado, una ventana que daba hacia el frente de la casa,  con cortinas color crema;  en la pared frente el cuarto de baño, que también estaba muy limpio. 
             
            _Ana, quédate aquí, date una ducha y descansa, voy a la farmacia y por algo de comida.

            _No vayas a tardar, no quiero estar aquí sola.

            _No te preocupes, ya regreso, toma –entregando el celular- pon a cargar el teléfono por favor… ya vengo.


Continuará…    



Gracias por leerme.  Dios te bendiga. Cuídate y cuida a los tuyos…. Mi ciudad es ficticia, la tuya es real…

La Capsula del tiempo.




Sucedió en una ciudad ficticia, de algún país artificial. 

La situación en esta ciudad ficticia, en este, mi  país artificial,  cada día es más compleja, más sorprendente, más confusa, más insegura e inquietante, es como estar en otra dimensión,  a veces, alegre que bailas, otras veces, tan triste que lloras.... pudiendo decir es un  caos total.
Esto le sucedió al hijo de  Carlos Daniel,  un apreciado amigo; cauteloso, brillante, honrado y comerciante por naturaleza; en el negocio de comprar y re-vender autos usados, uno de los mejores, sabiendo elegir siempre con buen ojo y cautela, los autos superiores para realizar sus inversiones.  En veinte años de trabajo adquirió cantidades, pero solo de uno hizo alardes, el único que adquirió con las butacas cubiertas de plástico,  durante dos décadas y media  lo protegió del transcurrir de los años  -aun esta asegurado- lo oculto como se oculta una capsula del tiempo… manteniéndolo siempre al día; heredarlo a alguno de sus hijos, es el destino que ese hombre había soñado.  Y llego el momento, el tiempo en que uno de sus hijos,  para obtener “este” auto,  ya estaba preparado... Embarcarse en ese auto, es volver en el tiempo y en esta ciudad ficticia nunca pasa desapercibido, su condición es nuevo, como el primer día que lo compraron…   por las condiciones en que está  y por ser un modelo tan comercial,  nunca han faltado los que por el, ofrecen dinero para comprarlo, si saber que no existe dinero en el mundo, que pueda pagar el “valor sentimental” que  tiene ese auto.

 El muchacho agradecido de su alcance, una mañana, a su hermano Ernesto le pidió lo acompañase, a registrar el vehículo en el ente gubernamental que corresponde, para que en este país artificial  conste que este vehículo –y efectos legales- ya no pertenece a su padre…  llegaron al ente encargado, diez de la mañana aproximadamente, debieron hacer la fila para la realizar  los tramites, a pesar de no haber tantas personas en fila, llegaron a la taquilla de vidrio exactamente a las doce…._Buenas tardes, señorita… tenga –entregando los documentos de propiedad-  Después de revisar en la computadora.  _Lo siento señor, no puedo procesar su solicitud, tenga sus documentos y diríjase a aquella oficina, señalando una puerta de madera  a treinta metros de ella… _Buenas tardes joven, la muchacha de la taquilla me envío para acá –extendiendo los papeles- _Disculpe señor, es la hora del almuerzo venga después de las dos……-sin siquiera mirarlo-  Okey, vamos Ernesto, vamos a comernos algo y venimos ahora.  _Ah, ¿pero que te dijeron? ¿Porque te enviaron para esa oficina? _no se, pero no importa, no te preocupes, vamos a comernos algo, luego venimos…  
Dos horas después…
_Buenas tardes joven, de la taquilla de vidrio me enviaron para acá. –extendiendo los papeles- _si señor, mire por este pasillo hay otras taquillas, pase por ahí… -sin siquiera mirarlo-
_Buenas tardes señora, vine a registrar mi auto y de la  taquilla de vidrio me enviaron para la oficina que está antes de entrar al pasillo y de allí me enviaron para acá. _A ver, permítame los documentos -revisando en la computadora-  señor este vehículo aparece en el sistema a nombre de otra persona... _ ¿Y como es eso posible? Si este vehículo ha tenido un solo dueño que es mi padre quien lo compro de agencia. _Okey, diríjase a la sede  que se encuentra en el llan….., y allí va a solicitar un “Informe Técnico Vehicular” una vez lo tenga, viene nuevamente por aquí.   
El joven muchacho y su hermano se marcharon, dirigiéndose a la sede del llan….., donde fueron informados de los requisitos para realizar este informe. Al día siguiente, muy temprano en la mañana se dirigió a la sede con los requisitos para realizar el informe, llegando antes que abrieran y comenzara la jornada laboral, -teniendo que esperar- … una vez adentro le informaron que debía esperar por el Experto, que no tardaba por llegar;  cuatro horas después tuvo que devolverse a su casa, sin realizar la revisión vehicular para el informe, puesto que el Experto no llego, y  lo excusaron diciéndole que se encontraba comisionado realizando unas labores fuera de la sede, que viniera al otro día.
Información que solo le hizo cuestionar ¿Si ese será el único Experto que existe, en esta ciudad ficticia, en este país artificial?
Al otro día se presentó el muchacho para la realización del informe técnico, debiendo esperar un poco mas de dos horas para entrar y luego -dos horas mas- la llegada del Experto que realizó la revisión sin encontrar problema alguno, y el cual le informo que debe retirar el informe por escrito después de ocho días en horas de la tarde... lo cual cumplió a cabalidad presentándolo  al noveno día en el ente gubernamental, a la señora -que lo había pedido-  en la taquilla de vidrio…
De  esto han pasado cuatro años, y hasta la fecha el ente gubernamental de esta ciudad ficticia en este país artificial, no han sabido dar respuestas, permaneciendo la situación irregular con dos cesiones o traspasos realizados en los últimos dos años. “Según el Sistema del Ente Gubernamental…”

Para el hijo de Carlos Daniel, mi apreciado amigo no hay problema, el vehículo que le heredó su padre, aun el día de hoy está,  en “la Capsula del Tiempo.”


Gracias por leerme.  Dios te bendiga. Cuídate y cuida a los tuyos que en esta ciudad ficticia, en este país artificial los delincuentes son reales.

La senda del ladrón.


“…Haberles encontrado allí, en ese, su lugar especial, le destrozó el corazón en instantes, no podía entender la traición del motivo de sus alegrías; con los ojos ahogados en lágrimas no le quedo más nada que huir, corrió sin mirar atrás, buscando la senda perdida, suplicándole  a  Dios con fervor no volver a cruzar en su vida,  persona como ese  ladrón,  que esta vez  le robó  la  sonrisa…”


Gracias por leerme.  Dios te bendiga. Cuídate, cuida de tus amig@s y familiares…. Esta ciudad es ficticia, la tuya es real…



Secuestro Express.


Sucedió en una ciudad ficticia, en algún país artificial.

Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

                                                                               

Esperábamos con ansia, un magnifico fin de semana, los integrantes del círculo habíamos quedado de acuerdo, en hacer un viaje sobre ruedas hasta las costas del golfo triste, las expectativas entre los amigos y amigas del círculo, eran muy grandes, y gratas. Todos estábamos ansiosos por  tomar nuestros cascos, unas pocas mudas de ropa, trajes de baño, chaquetas, pantalones y botas protectoras para montar nuestros caballos de hierro rodantes. Recorrer el camino sin ninguna clase de apuro y conducir hasta donde la ruta nos lo permitiera. Siempre disfrutábamos de estas reuniones, de nuestras motocicletas y de nuestra libertad… Teníamos tiempo sin hacerlo y de verdad,  nos hacía falta… 


***
   
Llego el día esperado y el ronquido de los motores, así lo demostraba…


Cinco de la mañana, acostado en la cama y entre las sábanas blancas de algodón, John se estrujaba los ojos, tratando de incorporarse. Observó al techo de la habitación y por unos instantes se perdió entre sus pensamientos, se sentía emocionado por el misterio de la aventura que le aguardaba. Posó un brazo por encima de la almohada, rodeando a  Ana –su novia- que permanecía dormida. Con el otro brazo, pasándolo por debajo de las sabanas  le dedicó una tierna caricia, con la parte externa de sus dedos, primero la espalda desnuda, luego el costado, la parte posterior y delantera del brazo, hasta llegar a rozar la parte baja del seno, para volver nueva y lentamente a la espalda. La  reacción de Ana, se notó en su piel erizada instintivamente, despertó y con un tierno movimiento estiró sus piernas y brazos, volteándose para hacer frente al hombre que le propinaba tan tierna caricia. Lo miró a los ojos y lo besó en los labios, susurrándole gracias, por la manera tan tierna de despertarla.      

_Mmmmm, buenos días mi amor… ¿Cómo dormiste?

_Mmm, bien mi amor, descansé espléndidamente. ¿Y tú?

_No dormí muy bien, creo que la ansiedad  por el viaje, no me permitía conciliar el sueño.   Imaginar esa gran aventura que nos espera, fue difícil.  Taly y los demás, me han hablado y contado tantas cosas de los viajes que han hecho  y  lo emocionante que es viajar en motocicleta,  que no deje de pensar en eso, casi toda la noche.  Dijo John -bastante emocionado- a su bella novia Ana. 

_ ¿Pero te sientes bien? ¿Lograste descansar? Si no te sientes bien, no vamos, sabes bien que tienes que tener tus cinco sentidos en esto… -decía Ana- y John un poco frustrado, alzando a penas la voz y alejando la mano del cuerpo de Ana,  la interrumpió diciendo. 

_ ¡Por supuesto que no!, claro que vamos, desde que adquirimos la motocicleta y nos unimos a este círculo solo hemos esperado por este momento, y por algo tu eres mi copiloto,  si hace falta que conduzcas, lo harás, para eso hemos entrenado bastante y ya estamos preparados,  además a ti también te tocará conducir un buen tramo, eso nos dijeron…, que las mujeres también conducen, rodeándola nuevamente con su brazo…

_Claro, pero si te sientes cansado es muy peligroso, serán varias horas de carretera.

_No te preocupes, que todo estará bien. Dijo John con insistencia, y besándola en los labios la tranquilizó de inmediato.

_Okey, está bien,  ven vamos a bañarnos, lo invitó Ana, levantándose de la cama...





 ...Recorrer los caminos,  vías, autopistas,  carreteras de esta ciudad ficticia, en  este país artificial, es una de las actividades que más me apasionan y me hace sentir feliz…, los primeros rayos del sol a bordo de la motocicleta, la brisa fresca y fría, la vibración, el ronroneo del motor y el sonido del escape, despiertan en mi, emociones inimaginables… Detenerse, apreciar los hermosos paisajes que esta tierra y este tiempo nos regala, es por demás un don maravilloso que no tiene parangón... Sumado a la sensación de peligro, la altísima adrenalina, el compañerismo y la confianza entre los miembros del equipo, me hace sentir completamente vivo, que puedo volar y llegar a los lugares donde nadie jamás ha llegado. Para encontrarme únicamente, solo, en paz, conmigo, y con el universo…  

Continuara.  



Gracias por leerme.  Dios te bendiga. Cuídate, cuida de tus amig@s y familiares…. Esta ciudad es ficticia, la tuya es real…




Solitario.

          


          ...Recorrer los caminos,  vías, autopistas,  carreteras de esta ciudad ficticia, en  este país artificial, es una de las actividades que más me apasionan y me hace sentir feliz…, los primeros rayos del sol a bordo de la motocicleta, la brisa fresca y fría, la vibración, el ronroneo del motor y el sonido del escape, despiertan en mi, emociones inimaginables… Detenerse, apreciar los hermosos paisajes que esta tierra y este tiempo nos regala, es por demás un don maravilloso que no tiene parangón... Sumado a la sensación de peligro, la altísima adrenalina, el compañerismo y la confianza entre los miembros del equipo, me hace sentir completamente vivo, que puedo volar y llegar a los lugares donde nadie jamás ha llegado. Para encontrarme únicamente, solo, en paz, conmigo, y con el universo…  

           El Domingo próximo, un nuevo Relato para las Crónicas de esta ciudad ficticia, en este país Artificial;  y tiene que ver con este tema(...)

         Gracias por leerme.  Dios te bendiga. Cuídate, cuida de tus amig@s y familiares…. Esta ciudad es ficticia, la tuya es real…