Por: Talyuno.
Crónicas de una Ciudad Ficticia.
Se giró al escuchar el grito, que frenéticamente
reclamaba su nombre desde la multitud. Sorprendido, buscó con la vista sin saber
de dónde provenía, mientras, con las puntas de sus finos zapatos “Oxfords” se levantó para divisar entre
la muchedumbre y por sobre las cajas, sacos de mercancías y provisiones que
colmaban el viejo muelle convertido en mercado rural.
Logró divisar a un extraño hombre. De rasgos fuertes
con una gran barba amarillenta o desteñida por la acción del yodo y los vientos
salinos de estos mares. El rostro agrietado y ennegrecido por los rayos del sol, y
los años. Que vestía de manera muy descuidada, un tanto tosca y desaliñada. Cargando sobre
sus hombros una sucia y vieja mochila de piel de oveja; venía aproximándose enérgicamente
entre la gente profiriendo gritos y ademanes inadecuados. Motivos que lo
asombraron. Siendo un alto oficial de la Marina Armada, en este País Artificial, con
años de experiencia y servicio, no hizo
más que alertarse ante el empeño y la proximidad de aquel extraño hombre.
Inmediatamente se aferró a la blanca empuñadura de mármol del revólver, Colt .38 Súper Stallion dos caballitos, de cinco proyectiles que
siempre lleva en la cintura.
Levantado, observando por encima de la muchedumbre,
con la barbilla levantada, el ceño fruncido y la mirada, arrogante, fija en el
extraño hombre. Pensó « ¿Quién es este hombre que grita mi nombre con tanta
insistencia, acaso me conoce?» mismo instante en el que volvió la vista hacia Rupert
B.,su fiel guardaespaldas, quien le devolvió la mirada interrogante, sin
pronunciar una sola palabra.
Cuando
al fin logró divisar al extraño de cerca, no pudo contener la sorpresa, ni dar
crédito, a lo que sus ojos estaban mirando. Y una intensa sacudida recorrió su
cuerpo acompañada de la más helada transpiración que le hizo erizar cada hebra
de su ser, sintiendo en su pecho un millar de caballos salvajes, luchando desenfrenadamente por recorrer las
laderas del muelle, obligándole a soltar la empuñadura del revólver y aferrarse a
su torso, para tratar contenerse con sus dos manos. Mientras, sus ojos vacilaron, sumergiéndose en la más
oscura y lejana galaxia, de los recuerdos reprimidos, negados y para nada deseados
de su mente; encontrándose nuevamente en el delirio de una noche, hace cuarenta
y tres años…
Cuando el hijo de un oficial de alto rango de la
Marina Armada de este País Artificial (en ese entonces) por excesos de alcohol y
otras cosas, apuñaló en reiteradas oportunidades a una mujer en el interior de
su coche, arrojándola después en mitad de una oscura y desolada calle de esta Ciudad
Ficticia (calle que después bautizaron como: La calle de la muerta) dejándola
allí tendida en el oscuro pavimento, sin siquiera detenerse a mirar, sin la más
mínima muestra de remordimiento.
Y ahora estaba de vuelta, junto al fantasma de un
pasado perverso, posándose frente a sus ojos, para en tan solo un segundo reclamarle
la vida, ante la mirada atónita de la multitud que colmaba las calles del mercado.
Juan Francisco le Frew, Contraalmirante de la Marina
Armada de este País Artificial. Fue asesinado esta mañana mientras realizaba la
compra de víveres en el mercado rural del muelle. Testigos del hecho informaron
a las autoridades que el asesinato fue cometido por el Teniente de Fragata de la
Marina Armada Rupert B. Le Pew de cuarenta y tres años, quien era su hombre de
confianza y guardaespaldas; igualmente informaron sobre un desconocido, quien enérgicamente profería insultos a la víctima, retirándose momentos después en compañía del victimario,
una vez consumado el hecho.[…]
Fueron las notas de prensa que rápidamente se difundieron
por todos los medios de información de esta Ciudad Ficticia en este País
Artificial, esa terrible mañana.
Gracias por
leerme.
Gracias por leer
Crónicas de una Ciudad Ficticia.
Todos los hechos y personajes nombrados en
este relato son mera ficción.
Cualquier parecido con la realidad es pura
coincidencia.
Que Dios te Bendiga.
Cuida de tus amig@s y familiares.
Y recuerda siempre:
Esta Ciudad es Ficticia, la tuya es real…
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que escribiera de
mi Ciudad Ficticia, en mi País Artificial.
me gusta, pero el final es un poco confuso, la manera del desenlace,espero tomes a bien mi humilde opinión.
ResponderBorrarHola Marcela, gracias, me alegra que te haya gustado. Te cuento, el guardaespaldas es hijo del hombre que fue condenado... por haber arruinado la vida de su padre, lo mata...
Borrary claro que tomó en cuenta tu opinión, y todas, mientras me sirvan para mejorar mis escritos ¡por supuesto! gracias otra vez.
Que sigas bien. Feliz descanso.