¿El dinero cambia a las personas?

Sucedió en una ciudad ficticia, de algún país artificial.
Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.



Todo comenzó en una mueblería, había dos hombres y dos damas, una de ellas,  joven, elegante y distinguida, vestía una chaqueta de piel que a medias dejaba ver un vestido corto, negro, ceñido al cuerpo, zapatos de tacón alto que realzaban sus piernas, ojos café, cabello largo, liso y castaño ¡una hermosa joven, encargada de la tienda! a mi parecer le mostraba precios y otras indicaciones a la otra dama, los dos hombres cargaban muebles que movían de un lado al otro, y uno de ellos, el más joven y alto quedó prendado por la impactante belleza de la dama en cuestión, la que regentaba el lugar, y confiando plenamente en sus dotes y aptitudes de caballero se abalanzó hacia la joven con intensión de halagarla, y ella, con solo observar la apariencia que él tenía, le realizó el más cruel de los desprecios que mis ojos hayan visto jamás, ignorándolo por completo y realizando un gesto que dejó mucho que pensar. El caballero que en ningún momento se inmuto por tan notable episodio, salió  de la tienda y se dirigió a un prestigioso local, donde venden ropa de marca, trajes y calzado para caballeros, saliendo de allí con una elegante vestimenta, que haría presumir al más fiel y noble de los mortales,  de inmediato al salir, se acercó a un negocio donde alquilan vehículos, arrendando una camioneta  último modelo  se dirigió al estacionamiento en donde esperó por horas, hasta que vio acercarse a la joven que le hizo el desprecio en la mueblería, se acercó a ella de golpe, disculpándose e invitándola a subir al vehículo, se ofreció a llevarla;  ella, se sintió segura y confiada,  no vaciló ni siquiera un instante al observar a este hombre, vestido elegante y bien alineado, subió al vehículo; a medida que conversaban en el trayecto, se fueron conociendo, decidieron ir a un agradable restaurante por unos tragos y cenar, la noche era joven y la mujer que estaba  encantada  por la galantería del señor que la acompañaba, decidió irse con él y llevarlo a su casa, donde pasaría una noche de sexo y  placer como jamás había tenido en su vida…
Y de nuevo en la mueblería, nuevamente la misma escena, los mismos dos hombres moviendo muebles por instrucciones de una dama,  y de nuevo la misma joven entra a la mueblería, igual de presuntuosa, igual de radiante, pero esta vez vino a quedar completamente sorprendida al descubrir y darse cuenta, que el amable caballero con quien había pasado la noche, no era más que el muchacho que trabajaba cargando trastes y muebles de un lugar a otro en la tienda… me hizo evocar momentos antes vistos en  mi vida donde hay personas que juzgan solo lo que a primera vista ven, sin detenerse a contemplar ni siquiera un instante, los sentimientos y emociones de las personas que tienen al lado, así como el pequeño refrán que decía un amigo:

“El amor y el interés se fueron al campo un día, más pudo el interés, que el amor que le tenía”
Gracias por leerme.  Dios te bendiga. Cuídate y cuida a los tuyos que en esta ciudad ficticia, los delincuentes son reales.


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