Noche de Halloween.



Crónicas de una Ciudad Ficticia.
Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

“…Cuando recobré el conocimiento, me encontraba acostado en una camilla un tanto alta, al sentarme,  mis piernas quedaron colgando, sin siquiera tocar el suelo. Todo era demasiado oscuro, más de lo normal,  no podía ver nada, ni siquiera mis propias manos cuando las acerque a mi rostro.  Mientras me levantaba, una extraña sensación de dejadez y un intenso dolor en mis extremidades, imposibilitaban la labor, mis piernas no respondían.  Mi cerebro daba vueltas dentro de mi cráneo,  debo estar bajo los efectos de alguna droga...
Como pude caminé hasta dar con una de las paredes de la oscura habitación donde me encontraba, se podía escuchar un extraño zumbido que parecía provenir de las frías paredes. Casi arrastrándome y ayudado por mis manos, recorrí y examiné las paredes del lugar, tratando de dar con el interruptor de la luz, pero fueron en vano todos mis esfuerzos. ¿Dónde estoy? ¿Qué lugar es este?  ¿Cómo llegue aquí…?
 Seguía recorriendo las paredes de la habitación, cuando pude percatarme de la puerta de la entrada, inmediatamente tome la manilla sin pensarlo y tire para abrirla;  para mi sorpresa la puerta no tenía el seguro. Al abrir, se dejó escuchar un aterrador rechinar, que por un segundo opacó el intenso y extraño zumbido que comprimía el lugar, dejando ver a oscuras, un gélido, desolado y tenebroso pasillo, un poco más claro que la habitación anterior, con extraños vitrales en lo más alto de una de sus paredes, que permitían filtrar la oscuridad de la noche y el audaz brillo de la luna, que de momentos se apagaba por algunas nubes. Varias puertas en ambos lados de sus paredes, se encontraban cerradas con llave… el intenso zumbido se dejaba escuchar con estresante agudeza, a medida que me acercaba al arco de la puerta –abierta- en el final del pasillo.
 Al llegar a ella, una sorprendente parvada de murciélagos salió de la habitación, despertando en mi un susto aterrador y un incipiente escalofrío que recorrió todo mi cuerpo, erizando cada hebra de mi ser. Revolotearon en círculos, postrándose sobre mí,   emitiendo extraños sonidos, que no me permitieron más respuesta que hundirme en el suelo bajo mis pies, para –seguro- después de unos segundos -que para mí parecieron horas- verlos salir por los extraños vitrales… y arrastrándome, entré, en la siguiente habitación, que en la oscuridad parecía ser un gran salón o una sala, los pisos sucios de polvo y las telarañas en todos los lugares, me hacían entender, que no estaba habitada. Pero ¿Cómo llegue aquí? ¿Dónde estoy? ¿Qué lugar es este…? 
Se podía divisar las formas de unas deterioradas escaleras, semicirculares -que seguramente, alguna vez, han de haber sido grandiosas- que llevaban al nivel más alto de este lugar, donde había un pequeño balcón –interno- con la mitad de sus barandas; seguía mareado y la acción con los murciélagos, había acrecentado los dolores en mi cuerpo; de inmediato pude distinguir lo que parecían las puertas de salida, de este tétrico lugar.
Con todas las fuerzas dentro de mí ser, intenté levantarme y correr,  huir de este espeluznante lugar -al que nunca sabré, cómo llegué- y  seguro lo lograría.  Estaba solo a unos metros de sujetar las manillas de la puerta, cuando los estruendosos y escalofriantes gritos de terror de una mujer, se escucharon en el lugar, haciendo nuevamente que las hebras de mi cuerpo reaccionaran de manera instintiva. No pude evitar voltear hacia la parte de arriba de las escaleras, hacia el pequeño balcón, con la mitad de barandas…
¿Katrina? ¡Oh Dios mío! Katrina; ¡Sí! estaba con ella, estábamos juntos; ya comienzo a recordar…   salíamos de esa fiesta de Halloween, dimos el aventón a esa extraña pareja… ¡Oh Dios! ¡Dios! Katrina…
Sin pensarlo siquiera, y por una instantánea reacción, me gire hacia las deterioradas escaleras. Suavemente comencé el ascenso por ellas. La somnolencia  de mi estado, me seguía impidiendo reaccionar  con más entereza y esmero...
 Una vez arriba, como por arte de magia, por cosas de Dios, del destino o de la malvada persona que aquí nos trajo, cesaron los gritos.
Estando arriba, a espaldas del pequeño balcón, podía divisar una pequeña estancia y una gran puerta cerrada, cubierta por incontables telarañas y polvo, que reflejaba no había sido abierta en -millones de- años. Acerque mi oreja a ella, tratando de escuchar algo dentro de su interior, solo el zumbido, que cada vez era más intenso. Para luego agacharme y tratar de ver por el orificio de la cerradura, se podía ver la luz, de lo que parecían ser velas... No se veían personas… y la puerta estaba cerrada.
Dando golpecitos suaves a la puerta, llamé a Katrina, sin obtener respuesta. 
Me encontraba muy confundido,  exploré toda la pequeña estancia, tratando de conseguir,  algún material que me sirviera para abrir la puerta y en ese preciso instante se escuchó –con claridad- el rechinar de las puertas de abajo.
Acostado en el suelo, observé hacia abajo, por el pequeño balcón, un enorme perro negro, entró con celeridad y arrogancia, olfateando por todos los rincones del gran salón hasta llegar a las escaleras. Aguantaba mi respiración y cerraba los ojos, pidiéndole a Dios, que ese animal no subiera…  ruegos que fueron en vano. 
En solo segundos tenía esos enormes y brillantes ojos rojos, acompañados de afilados y blancos colmillos, enfrente de mí… 
Se lanzó sobre mí, y por instinto de supervivencia, trate de defenderme con mis brazos… me sentí caer…
Para despertarme con un sobresalto en la seguridad y tranquilidad de mi cama, aun con el corazón acelerado y sudando frío por la terrible pesadilla que acababa de tener….
Necesitaba asearme y lavarme la cara. Me dirigí al cuarto de baño de mi habitación, la puerta estaba trabada desde adentro, mientras la luz permanecía encendida, busque las llaves entre mis cajones.  Y con gran esfuerzo, pude destrabar y abrir la puerta, para conseguir en el suelo el cuerpo desnudo y ensangrentado de Katrina… 

Felices Fiestas de Halloween.


Gracias por leer Las Crónicas de una Ciudad Ficticia.
Gracias por leerme. 
Dios te Bendiga.
Cuídate y cuida de tus amig@s y familiares….
Esta ciudad es ficticia, la tuya es real…
                                                            


6 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Gracias Iseel Perez, me alegra que te haya gustado... Dios te Bendiga.
      Cuídate.
      Que sigas bien.

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  2. ¡Hola, Tayuno! Buenas tardes desde México... Es la primera vez que visito tu blog y me parece que eres un magnífico narrador, ¡en verdad! Buen relato. ¡Saludos cordiales!

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    1. ¡Hola! Un gusto Delia Hernandez,
      Gracias por leerme.
      ¡Saludo Cordiales!
      Desde una ciudad ficticia.
      Dios te Bendiga.
      Cuídate, besos y abrazos.

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