La delincuencia, Otra vez…


Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.


Esa mañana Jannyn se levantó más tarde que de costumbre, apurada, de brinco y sobresalto salió de la cama, corrió  al baño para asearse… y en  menos de treinta minutos estaba en la cocina, desayunando y tomando una taza de café endulzado con papelón -alimento que se obtiene del secado del jugo de la caña de azúcar, antes de ser procesada y purificada para convertir en azúcar morena- por no conseguirse azúcar en esta ciudad ficticia;  Cobrador  su perro pitbull, y el que cuida el departamento durante su ausencia,  le daba los buenos días con unos estruendosos ladridos -que creo despertaron a todo el vecindario-  movía la cola, mirando hacia la puerta principal,  parecía hablarle pidiendo que le abriese,  para salir hacer sus necesidades, necesidades que con guantes y una bolsa, Jannyn debe recoger todas las mañanas antes de irse a laborar… una vez terminada, la rutina matutina, tomó las llaves del auto y salió del departamento, bajó  las escaleras dirigiéndose al auto, era lunes bancario y época de vacaciones escolares,  eso debería compensar un poco el libre transito en el trafico –pensó- ya que iba un poco retardada  para la reunión semanal, sobre el informe de gestión con la alta directiva… tal como lo había pensado el transito estaba ligero y los vehículos fluían con gran facilidad, algo bastante insólito en esta colapsada, congestionada y caótica ciudad ficticia, en este país artificial; la distancia en metros desde su hogar hasta la oficina es aproximadamente de quince kilómetros,  y  en tiempo, en un día normal se puede decir, una hora, mas o menos mientras no hayan contratiempos en la vía, esto por la cantidad de vehículos que circulan estas calles y avenidas a diario…  ese día a pesar, de levantarse y salir un poco mas tarde de lo habitual, llevaba tiempo y distancia ganado, había recorrido mas de la mitad del trayecto en menos tiempo del habitual, escuchaba las noticias por la radio del vehículo, cuando se detuvo en un semáforo, a su lado izquierdo otro vehículo y en medio de los dos vehículos,  un hombre en una motocicleta, un señor mayor,  se podía notar en su piel el maltrato del tiempo y de los rayos del sol,  estaba en una moto tipo vespa, protegido con un pequeño casco que dejaba ver su cabello grisáceo… exactamente detrás de el, otra motocicleta, una de alta cilindrada, del tipo para competición, dos hombres se distinguían por su contextura, conductor y acompañante, tenían casco integral completamente cerrados que no permitían ver sus rostros, de inmediato el conductor de la segunda motocicleta trato de avanzar entre el auto y la primera  motocicleta, quedando obstaculizado casi en medio de los dos  -le dio un golpe al auto, lo que le hizo a Jannyn estar alerta-  esto por la voz de alto que le daba un funcionario de las fuerzas de seguridad y orden de esta ciudad,  a quien no vio llegar, ni de donde salio,  el acompañante se bajo de la motocicleta y comenzó a forcejear  con el gendarme, Jannyn por instinto, trato de arrancar, no pudiendo avanzar,  el semáforo no cambiaba la luz y los vehículos que cruzaban no se lo permitían, teniendo que observar toda la escena desde la primera fila…  el conductor de la motocicleta descendió y fue en ayuda de su acompañante, despojando al gendarme de su arma oficial, se escucharon dos fuertes y estremecedoras detonaciones,  el gendarme cayo tendido en el piso… con la misma velocidad de la escena los maleantes abordaron la motocicleta y desaparecieron en la selva de cemento… Jannyn, sorprendida por lo que sus ojos acababan de ver,  siguió su marcha por el túnel que su visión le dejo ver, no sin antes observar por el espejo retrovisor de su auto al funcionario tendido en el pavimento y algunas personas que corrían a auxiliarlo.  Desconsolada,  afligida y con la más impotente nobleza decidió continuar, durante el trayecto no dejo de pensar en la escena que acababa de presenciar, de sus ojos brotaban lagrimas de tristeza y dolor imaginando la vida de esa persona, que en aras del cumplimiento de su deber la perdió… 
Quizá este relato no enseñe nada, pero puedo asegurar que sucedió y sigue sucediendo a diario en esta ciudad ficticia, en este país artificial, donde la vida de una persona puede no valer nada, si se cruza con las personas equivocadas….       

Gracias por leerme. Dios te bendiga. Cuídate y cuida a los tuyos que en esta ciudad ficticia, en este país artificial los delincuentes son reales.




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