Entidades Bancarias.

En una ciudad ficticia, de algún país artificial.
Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.



Mi increíble ciudad ficticia, en mi país artificial, no para de sorprenderme.  Ahora son sus entidades bancarias, las que me dan la sorpresa del día. Por razones netamente comerciales y de negocios, necesitaba retirar del banco –que no voy a nombrar- la mísera cantidad de cuarenta mil simples, (moneda oficial de algún país artificial) y el cajero automático, no me da tal cantidad. Me realice un cheque a mi nombre por tal cantidad, e informé en la oficina que saldría unos minutos al banco, a lo que de hecho, una colega me acompaño y gracias a dios que fue así.
 Después de llegar a la agencia más cercana a mi oficina, hacer la pequeña cola para despojarme de todos mis objeto de metal, léase reloj, llaves, anillo, cadena, y correa, que también hacía sonar la maquina por su hebilla de metal,  al fin entramos. Y menos mal que Jessica –mi colega- no usaba sostenes de esos que traen alambres y llaman de ballena, porque si no, no hubiera podido entrar me dijo. Nos reímos unos segundos, mientras tomaba el tickets para la espera, cinco personas por delante, salimos rápido le dije.
Pasaron los minutos y por fin toco mi turno, me dirigí al cajero a través de la ventanilla del vidrio, dándole los buenos días, entregándole mi cedula y el cheque a cobrar por mí. _ Señor disculpe, su cheque no puede ser procesado.  ¿Por qué? _Es que excede el límite de retiro diario. ¿Cómo es eso? _Sí señor, es que el límite de retiro diario por cuentas en agencias es de treinta mil simples. Ok, pero yo necesito cuarenta mil simples.  _Lo siento señor hágalo por transferencia, gracias que tenga buen día.  Eso fue todo.
 Me dirigí a conversar con el gerente de la agencia, quien muy amablemente me explica el estimado que la agencia bancaria hace  para retiros por clientes es de treinta mil simples, motivado a la situación actual de este país artificial, y poder cumplir con todos los clientes del banco. Cuestión que para mí es inverosímil y solo me hace especular, que temen el flujo de capital, por parte de los clientes.
A todas estas, realice otro cheque por la cantidad permitida para mí, y otro para Jessica -que gracias a dios me acompañaba-  por la cantidad faltante. Pudiendo realizar así, de esta manera,  mi retiro. Que para sorpresa nuestra y por la poca existencia de billetes de alta denominación, recibimos entre los dos, veinte paquitas de cien billetes cada una, que luego no sabíamos ni como guardar. –Es como para que los delincuentes sepan que uno lleva dinero y crean que tiene más que en lo que en realidad hay- deje a Jessica en la agencia y salí, buscando la librería más cercana para comprar dos sobres amarillos y dos bolsas de plástico, para poder guardar las veinte paquitas de billetes. Gracias a dios la agencia bancaria queda a dos cuadras de la oficina, porque de la carrera que pegamos al salir, no se nos vio el celaje, motivado a que esta zona del este de mi ciudad ficticia es muy transitada por los amigos de lo ajeno. –Debo decir lo bien que corre Jessica en tacones-  


Gracias por leerme. Felices Fiestas Navideñas. Dios te bendiga. Cuídate y cuida a los tuyos que en esta ciudad ficticia, los delincuentes son reales.


           

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