Viajes mentales.

Sucedió en una ciudad ficticia, de algún país artificial.
Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

Es increíble el poder de la mente humana y lo que es capaz de lograr, con imaginación somos capaces de trascender más allá de la realidad y el tiempo, viajar a los lugares más recónditos y entramados del universo, volver al pasado y vivir momentos que hacen despertar las más nobles y puras emociones de nuestra más efímera existencia, ver personas, sitios y lugares antes conocidos y que de por sí, ahora nos han olvidado, crear personajes, conversaciones que quizá nunca existieron y lo más seguro sea, que tampoco existirán jamás, logrando regresar  en tan solo un abrir y cerrar de ojos… Viajes mentales, -así los llamo yo-  aún más exquisitos cuando son guiados por un excelente libro.
   …era una hermosa mañana de octubre, el cielo estaba despejado y sin nubes, el sol brillaba en su máximo esplendor, se podía sentir el subir de la temperatura, la brisa era fresca y de momentos muy fuerte, traía consigo los aromas más agradables de las costas del mar, donde nos encontramos, el muelle estaba atiborrado de personas, que van y vienen de todos los lugares y de todas las direcciones de esta ciudad maravillosa,  siendo este un muelle de carga, se podía decir que todos los días y todo el día se trabajaba, cargando y descargando embarcaciones enteras, repletas con sacos de comida, provisiones y toda clase de mercancía, siempre venían viajeros que llegaban de otras tierras. Él, trabajaba en el muelle, en la parte administrativa para ser exacto, era el encargado por parte de la aduana de recibir a los viajeros, revisar sus papeles y equipajes, darles la bienvenida a nuestras tierras...   Ese día, el corazón le iba a estallar por tan inmensa alegría, no podía contener la emoción por verla y aunque había pasado mucho tiempo, no le fue difícil reconocerla, el mismo rostro, radiante y fresco, como en los días de su más excelsa lozanía; sus ojos, sus labios, sus manos; remembranzas que han sobrevivido el pasar de los años y permanecen intactas cada día, pero algo no andaba bien, algo muy extraño sucedía, aunque estaba acompañada, sola y triste se veía, como si su presencia en este mundo solo fuera física, se podía notar distante entre las personas que habían, pero sobre todo, no sonreía o al menos no con esa codiciada sonrisa, que de solo mirar contagiaba alegría. Y él, aunque con el corazón excitado por tan notable presencia,  no dejó de sentir tristeza y culpa por lo que sus ojos veían;  observando en la distancia, se formulaba preguntas que jamás serán respondidas, como ¿Qué extraños sucesos habrán pasado en su vida, para que no sonriese igual que en la plenitud de sus días?  ¿O serán las injusticias que debemos afrontar cada día? Y evocando recuerdos de lo que fue su vida, trató de acercarse a quien una vez fue su amiga, sin esperar por respuesta, el silencio que le daría…

“Fragmento de un momento que jamás existió, del capítulo de un libro que jamás se escribió”.           

Gracias por leerme.  Dios te bendiga. Cuídate y cuida a los tuyos que en esta ciudad ficticia, los delincuentes son reales.

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